This post was originally published on this site
https://bloximages.newyork1.vip.townnews.com/elvocero.com/content/tncms/assets/v3/editorial/d/66/d6634f19-c905-4d80-8bed-2b4289c2727f/68586cf405ad6.image.jpg?resize=300,200
Camina por la mayoría de las grandes ciudades metropolitanas de Europa y Estados Unidos, y podrías pensar que vivimos en un mundo valiente y nuevo de movilidad accesible y sin esfuerzo para todos, con el teléfono inteligente en tu bolsillo como un portal a una abundancia de patinetas eléctricas compartidas, bicicletas y autos eléctricos, y un Uber o Lyft a no más de cinco minutos de distancia.
Pero si eres una persona con discapacidad o mayor, vives en una zona de bajos ingresos o —imagina— no tienes smartphone ni tarjeta de crédito, usar estos servicios de movilidad compartida se vuelve mucho más difícil. Estos tienden a concentrarse en áreas urbanas más acomodadas y a menudo son inaccesibles para personas con movilidad reducida o quienes viajan con niños pequeños que necesitan asientos especiales. En parte por estos factores, los usuarios suelen ser desproporcionadamente jóvenes, con más recursos económicos, sin discapacidades, blancos y hombres.